Violy McCausland Dieppa es el ejemplo perfecto de empuje,
dedicación, constancia y persistencia para muchos jóvenes que sueñan con
una carrera financiera de éxito, construida a través del estudio
incansable y la experiencia.
Esta barranquillera, nacida en el
año 1954, se ha dedicado durante 35 años a la asesoría de servicios
financieros y gracias a su arduo trabajo y pasión por los negocios, es
reconocida en Wall Street como una de las banqueras de inversión más
estratégicas e importantes de América Latina —también fue nombrada la
‘Súper estrella latinoamericana’ en el año 1995 por Global Finance—.
Cuenta
que era muy cercana a su familia: su madre Violy Dieppa, su padre
Roberto McCausland y su abuelo Carlos Dieppa, quien fue un gran
industrial en Barranquilla, también socio del padre de Julio Mario Santo
Domingo, por lo que creció rodeada de un ambiente de negocios,
estrategias, creatividad, mucho arte y música. Cabe anotar que Violy
también fue asesora de Julio Mario y de su hijo Alejandro por muchos
años.
Apasionada por la pintura, la filantropía, la psicología y
el amor por la familia, Violy relata que al terminar su bachillerato en
el colegio Karl C. Parrish, viajó a Estados Unidos donde inició estudios
de investigación de operaciones en la Universidad de Alabama, carrera
de la cual asegura aprendió una manera inteligente de pensar. “Me enseñó
a coger un problema y romperlo en pedazos, mirarlo, examinarlo y luego
solucionarlo por partes, sin nunca rendirme”, explica la fundadora de
Violy & Company, una compañía especializada en el manejo y
planeación de alianzas entre grandes multinacionales para hacerlas
competitivas y destacadas en el mercado global.
En cuanto a su
firma de asesoría de inversiones, Violy cuenta que realizan un
acompañamiento a importantes empresas que deseen fusionarse, venderse,
atraer capital y socios o validar estrategias que quieran implementar
para solidificarse y diferenciarse de su competencia.
La
barranquillera expresa que una de las frases que compartía en familia
era que no hay cosas imposibles sino personas incapaces. “Hay que
trabajar muy duro y dar todo de sí mismo para llegar lejos. Uno debe
manejar sus intereses y tiempos para ser excelente en su trabajo y a la
vez dedicarse a otras pasiones que lo enriquezcan a uno como persona”,
agrega. A su vez, esta admirable mujer afirma que uno de los grandes
aportes que quisiera hacerle a la juventud actual es que aprendan lo que
ella adquirió de la filosofía norteamericana. “Cuando uno falla en
algo, no lo debe tomar como un fracaso sino como un alto en el camino
para tomar oxígeno, reevaluar y encaminarse en otra dirección que nos
permita llegar a la meta. Se trata de volver a empezar y nunca rendirse.
No ha pasado nada”, dice.
El éxito que ha tenido a lo largo de
su carrera se lo atribuye a su visión y persistencia año tras año, día
tras día, y una vez más agradece a los consejos de su padre y su abuelo.
“Ellos me decían que el ocio envejece y el trabajo rejuvenece”,
asegura. Relata que en sus inicios, en los veranos laboraba con su madre
en la fábrica de pudines Violy y con su abuelo, pero su primer trabajo
oficial fue en Avianca.
De ahí viajó a Estados Unidos, a los 22
años y empezó a trabajar en Morgan Guaranty Trust Company donde llegó a
ser directora general en poco tiempo. Pero su camino profesional y su
vasto reconocimiento estaba apenas comenzando, ya que entendía que
estaba hecha para cosas grandes y que sus horizontes se expandían cada
vez más y más. Trabajó como socia de James D. Wolfensohn, expresidente
del Banco Mundial, del cual aprendió que América Latina era un terreno
con inmensas posibilidades económicas.
Luego fundó y fue socia de
Violy, Byorum & Partners VB&P, firma que se concentró en
fusiones y adquisiciones en América Latina, y que asesoraba
permanentemente a varias empresas de alta relevancia en estrategias de
inversión. Posteriormente creó su actual compañía, Violy & Co, con
la cual sigue trabajando en darle un excelente servicio y orientación a
las organizaciones. Cuenta con la sede de Nueva York y otra ubicada en
Colombia, las cuales se complementan activamente.
Hogareña,
cariñosa y luchadora. Es de las que nunca acepta un no como respuesta,
ni una derrota, ya que creció mentalizada en siempre conseguir la
victoria. Tiene tres hijos, Henry, Carolina y Michelle, todos mayores de
edad. “Tienen 38, 33 y 28 años”, cuenta Violy agregando que goza de la
compañía de sus tres nietos pequeños, Hunter, Grace y Tata.
Está
casada con el brasileño Frederico Seve desde hace 12 años. “Nos
conocimos en un almuerzo en una casa de campo a las afueras de Nueva
York, por un amigo en común”, relata el esposo.
“Ella es una mujer
de una inteligencia superior y un gran corazón, nacida bajo el signo
aries. Tiene un lado humano muy fuerte. Tiende a la justicia y a la
amistad sincera. Ama con la misma intensidad de su lado humano, a su
lado profesional. Es de las mujeres que trabaja los siete días de la
semana y nunca se rinde. Sus otras pasiones son la música y el arte”,
concluye su esposo Frederico.
GC
Más de su vida.
- Violy confiesa que en sus inicios acostumbró a sus hijos a
acostarse tarde para poder tener tiempo con ellos al llegar del trabajo.
“Les acomodé la forma de su vida a la mía. Ellos son mi adoración”,
dice.
- Su comida favorita es la colombiana.
- Asiste por lo menos dos veces a la semana con su esposo a escuchar música en vivo.